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¿Cuántas veces te has preguntado “si siempre afino a 440, para qué sirven los otros números que salen en el afinador… quién los utilizará?
Bien, empecemos aclarando lo qué significa el famoso número:
Como todos sabemos, el sonido se produce al hacer vibrar un cuerpo sonoro. Un cuerpo sonoro pueden ser desde la tapadera metálica de una olla a la que golpeamos con un martillo, hasta una cuerda de violín frotada por el arco, pasando por una cuerda de guitarra, una lengüeta de saxofón o incluso los propios labios de un trompetista. Como ves, ejemplos no faltan y seguro que todos te resultan familiares.
Ahora bien, si dos instrumentistas dan la misma nota y estas no vibran “en sintonía” -es decir, con el mismo número de vibraciones- nuestro oído lo percibe como que los músicos están desafinando. Cuanto más alejadas estén ese número de vibraciones entre la nota que produce un músico de la del otro, más desafinado lo percibe nuestro cerebro.
Como imaginarás a estas alturas, esas vibraciones se pueden medir y la unidad que usamos son los Hercios (se abrevia “Hz” y lo podemos entender como “número de vibraciones que produce un cuerpo sonoro en un segundo”). Cuantas más vibraciones más agudo es el sonido y cuantas menos, más grave. Y ahí es donde hay que ponerse de acuerdo con el objetivo de coincidir en la afinación.
Hoy en día en estéticas musicales como el Rock o el Pop la afinación estándar es A=440Hz. Esto quiere decir que la nota LA para que alcance la afinación correcta tiene que vibrar 440 veces en un segundo (ni una más, ni una menos), pero no siempre ha sido así:
Estándares de Afinación
A lo largo de la Historia se han ido adoptando varios estándares de afinación, que podían obedecer a zonas geográficas, cuestiones estéticas como sonoridades más o menos brillantes o manías del compositor (por ejemplo, se dice que Mozart afinaba en A=422Hz).
En 1859 una comisión del gobierno francés establece que la afinación correcta es A=435Hz a una temperatura de 15º Celsius. El gobierno lo convierte en una ley sin precedentes y poco a poco esta tendencia se va aceptando internacionalmente, menos en Estados Unidos.
Treinta y siete años más tarde, en 1896 en Gran Bretaña, se aplica una fórmula matemática que permite calcular cómo afecta la temperatura a la afinación en un instrumento de viento, en concreto al oboe. Tras aplicarla al viejo y aceptado estándar de afinación francesa, teniendo en mente una razonable temperatura de 20º Celsius, el resultado desvela la cifra de A=438’9Hz, por lo que la Royal Philharmonic Society de Londres la redondea a A=439Hz y lo comienza a aplicar en ensayos y conciertos. Poco a poco se convierte en un estándar de afinación aceptado en toda Gran Bretaña.
Los avances tecnológicos del s. XX, sobre todo a partir de la década de los 30 a través de la radiodifusión, permitieron a los oyentes disfrutar de interpretaciones de diferentes orquestas y en diferentes salas provenientes todo el mundo. Este hecho dio un empujón a la normalización del estándar de afinación en Norte América y Europa. En 1939 se celebró en Londres una conferencia internacional en la que se acordó que la norma internacional para la afinación se basaría en A=440Hz. Más tarde, en 1955, la Organización Internacional de Estandarización lo confirmó y, por si fuera poco, lo reafirmó en 1975.
El mayor problema del A=439Hz es que es un número primo y esto dificulta su reproducción en un laboratorio.
El estándar de afinación actual en Norte América es de A= 440Hz, mientras que en Europa la tendencia es afinar las orquestas sinfónicas en A=442Hz, e incluso A=443Hz en algunas orquestas alemanas.
Después de estos breves datos históricos te imaginarás que es necesario que el afinador permita distintas configuraciones para poder adaptarse a distintos tipos de intérpretes (guitarra eléctrica heavy, traverso barroco, vihuela del renacimiento, etc…)
También hay que tener en cuenta que hay instrumentos antiguos, sobre todo instrumentos de viento, construidos con unas medidas concretas y que simplemente por el tamaño de su tubería (largo y ancho) jamás podrán alcanzar la afinación estándar actual, en este caso “el tamaño sí importa”.
Departamentos de Viento de MrJam CMM.